Son las cinco... y pegando un brinco se acerca a
la cuna, y como ninguna con ojos llorosos posa
cariñosamente sus labios tan sabios en su hijo
amado.
Trabajo pesado le espera allá afuera... y no es
primavera.
Arregla el tocado que siempre peinado adorna
su frente, que suda gustosa, pues siente que
goza ganando un salario.
Mira el calendario... Un año a pasado...
Su hijo a gustado mejores comidas, asiste a la
escuela y todo es secuela de doble tarea; su casa
que asea, trabajo en la empresa, y además ser
presa de un amor de madre.
Un hijo sin padre le espera en la casa: llega y
hace masa, y le narra un cuento.
Yo escribiendo siento, lo digo y no miento,
mujer que trabaja... Bendito misterio! Lo repito
en serio bendícela Dios.